lunes, 23 de agosto de 2010

EL FLUXUS


Extraido de:

DEL ARTE OBJETUAL AL ARTE DE CONCEPTO

Por Simon Marchán Fiz

AKAL 1972

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EL FLUXUS

El “fluxus” ha sido considerado como una modalidad del “arte de acción”. Es un movimiento paralelo y ligado al “hap­pening”, atento a una renovación de la música, el teatro y las artes plásticas. Des­de sus mismos orígenes ha estado más li­gado a la música que a las artes plásti­cas. La figura más destacada cómo or­ganizador e ideólogo del movimiento ha sido G. Maciunas, quien desde 1961 em­pezó a trabajar en estas experiencias con Maxfield, McLow y Flynt. En 1962, Ma­ciunas se traslada a Europa, organizan­do con Vostell y Paik los Festivales Fluxus de Wiesbaden y Düsseldorf (1962-63). Entre 1958-1963 -ejerció gran influencia en el desarrollo de las nuevas tendencias de ballet, música y artes plás­ticas, en especial, sobre el incipiente arte procesual. El “fluxus” se concentra sobre todo en la vivencia de un “acontenci­miento” que discurre de un modo im­provisado. Y si el “happening” presenta una mayor complejidad y duración, el “fluxus” ha recurrido a acciones muy simples; como, por ejemplo, sentarse en una mesa y beber una cerveza. Mientras el primero es más-espectacular y envuel­ve al espectador, el segundo es más sim­ple y permite al espectador distanciarse del acontecimiento.

En 1963 se fundó el grupo americano “Fluxus”, en el que predomina muy pronto el “fluxus” político. Este surge en una estrategia común entre Flym (en contacto con grupos ultrarradicales, próximos al trotskysmo) y Maciunas. La colaboración da lugar a la Action against cultural lmperialism, muy vinculada a las formas del arte popular tradicional como el jazz y otras expresiones y formas ar­tísticas, preocupadas por reforzar la so­lidaridad con los combatientes contra el imperialismo. De los diversos actos, de­claraciones y pronunciamientos de Ma­ciunas y FIynt, en algunos artículos y cartas a T. Schmidt, Beuys, Vostell y otros 28, se desprenden algunas notas de este movimiento, cuya modalidad más destacada es la que contamos:

-Los objetivos del “fluxus” no son estéticos sino sociales e implican la eli­minación progresiva de las bellas artes y el empleo de su material o capacidades para fines sociales constructivos.

-El “fluxus” es una forma de anti-ar­te que se alza, sobre todo, contra la prác­tica profesional del arte, contra la sepa­ración artificial entre productores y es­pectadores; entre el arte y la vida.

-Está en contra del objeto artístico tradicional como mercancía falta de fun­ción y contra el arte como artículo comercial.

Al estar contra la cultura seria, se opo­ne a todas sus instituciones (ópera, tea­tro, Kaprow y Stockhausen) y está a fa­vor de las arte populares, como el circo, las revistas, las ferias, etcétera.

-La supresión del arte se lleva a cabo por propuestas a lo Duchamp, mediante la declaración de todo lo no artístico en artístico, a través del cultivo del antiar­te: el canto de un pájaro, un chaparrón, un estornudo, exposiciones como las de G. Brecht: “Cuatro paredes con suelo y techo”. O seis puertas con las palabras “Exit- Enrrance- Exit- Enrrance...” del mismo Brecht. Finalmente, la alternativa se desplazó hacia la producción de bana­lidades o la ausencia de toda creación. El “fluxus”, en algunos casos radicales como el de FIynt culminó en un nihilis­mo artístico que rechazó toda actividad artística y creativa. En este gesto de ne­gación total del objeto artístico fue más allá de cualquier otra propuesta poste­rior, incluidas las “conceptuales”. Hoy es considerado, creo que incorrectamen­te, como uno de sus antecedentes en una identificación apresurada de lo “concep­tual” con lo antiobjetual.

Por lo demás, sus tesis y afirmaciones radicalizan ciertas propuestas del “hap­pening”. En su práctica más frecuente se ha limitado a ser una especie de subgé­nero del mismo inclinado más hacia lo musical que hacia las artes plásticas.


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